De la agilidad antiágil a la Agilidad Zen: una nueva propuesta para el mundo organizacional

Arianna Martínez Fico - Artículo - De la agilidad antiágil a la Agilidad Zen: una nueva propuesta para el mundo organizacional
 

La agilidad ha emergido como una palabra de moda en el mundo organizacional. Empresas y equipos buscan ser ágiles, percibiendo la agilidad como un imperativo para mantenerse vigentes y competitivos. Muchas veces, sin embargo, no se detienen a reflexionar por qué y para qué de ser ágiles. La búsqueda de agilidad, con frecuencia, suele estar inspirada por la imitación de lo que hacen otras organizaciones, porque es trendy o por la creencia de que ser ágiles mejorará la efectividad de la noche a la mañana, sin tener un entendimiento claro del concepto y alcance de la agilidad.

La agilidad antiágil

Un problema recurrente son las interpretaciones erróneas acerca de la agilidad, a las que me gusta llamar “agilidad antiágil”. Agilidad antiágil hace referencia a la agilidad sin sentido o propósito. Las personas y las organizaciones pocas veces se preguntan cuáles son las inquietudes que las llevan a querer agilidad en su cotidianidad, es decir, ¿por qué y para qué quieren ser ágiles? 

La agilidad antiágil es, además, rapidez sin consciencia. En el mundo actual, frente a situaciones que generan ansiedad, incertidumbre o estrés, parece clave entender dónde y en qué estoy y aquello que me está pidiendo la vida que haga en este momento. 

La agilidad es, justamente, la capacidad que tiene un sistema de moverse conscientemente y cambiar de dirección rápidamente y de manera flexible para responder a las demandas del entorno. 

Tomemos el ejemplo de la ostra. Si viene un depredador, se cierra. Pero ante la posibilidad de comida, se abre. No hay un manual que le diga cuándo abrirse o cerrarse. Necesita estar presente para entender si corresponde cerrarse o abrirse, según la ocasión. No lo hace porque cerrarse o abrirse esté de moda. 

En lugar de fomentar una transformación profunda en la mentalidad y cultura organizacional, muchas veces se adopta una postura superficial que promete resultados rápidos sin los cambios necesarios. 

Para evitar caer en la trampa de la agilidad antiágil, es crucial interpretar correctamente el concepto de agilidad.

Arianna Martínez Fico - Artículo - De la agilidad antiágil a la Agilidad Zen: una nueva propuesta para el mundo organizacional

Entendiendo la verdadera agilidad

Si bien la agilidad no es una panacea (remedio para todas las enfermedades) ni una llave mágica, sí es una capacidad muy atingente para los desafíos del mundo actual. Agilidad es la capacidad de hacerse cargo y gestionar situaciones complejas, es decir, para las cuales o no tenemos respuesta o lo que nos ha funcionado en el pasado no nos garantiza éxito en el presente. Es una manera de surfear la incertidumbre e ir cocreando soluciones.

Agilidad es la combinación de consciencia, anticipación, velocidad y flexibilidad, lo que permite adaptarse y responder efectivamente a los desafíos del entorno.

La agilidad es la habilidad de hacer cambios de dirección de manera consciente para aportar valor. 

Se trata de una forma de ser, una disciplina —en vez de una receta— que integra una manera de pensar o mindset con un conjunto de prácticas de trabajo frameworks que interpretan dicha mentalidad y permite a las organizaciones elegir el o los caminos que posiblemente las conduzcan adonde quieren llegar, sabiendo que el camino es parte del destino. 

La agilidad entendida como la habilidad para moverse y adaptarse conscientemente, es una capacidad que ayuda a las organizaciones a escuchar el entorno, anticiparse a los cambios y actuar con propósito.

Esta capacidad no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también permite abrazar la incertidumbre y navegar en un entorno volátil con mayor seguridad.

La propuesta de la Agilidad Zen

Agilidad zen es una evolución del concepto de agilidad. Esta perspectiva integra algunos principios del budismo zen, fomentando una agilidad consciente y con sentido.

 
 

La agilidad zen, más que una metodología, es una manera de ser y de operar que promueve la presencia, la serenidad y la conexión con el entorno.

 
 

¿Qué es la agilidad zen? Es la capacidad de un sistema —ya sea una persona, empresa o comunidad—, de estar absolutamente presente, entender y aceptar las características, inquietudes, necesidades, ambiciones, dolores y paradojas del mundo y del momento en el que está para anticiparse y responder con conciencia, integridad, velocidad y fluidez, y gestionar la complejidad con un sentido o propósito noble que aporte valor al mundo.

Este tipo de agilidad se basa en la combinación de consciencia, flexibilidad, velocidad y propósito, promoviendo una gestión de la complejidad que aporta valor al mundo.

La agilidad zen se caracteriza por:

  • Ser consciente: actúa en el aquí y ahora.

  • Tener sentido: considera el qué y el cómo, buscando un propósito noble.

  • Ser generativa: fomenta la libertad y el poder de acción.

  • Priorizar lo esencial: se enfoca en el punto de mayor contribución: menos es más.

  • Ser sistémica: integra las dimensiones física, emocional, mental y espiritual.

  • Ser monista o no-dual: promueve la consciencia de unidad, entendiendo que somos uno con el todo.

Esta propuesta, que desarrollo en mi libro Agilidad Zen (2024), invita a cultivar una perspectiva más holística de la agilidad que permita una transformación cultural más orgánica, humana, amorosa y sustentable, ofreciendo una manera de navegar la incertidumbre y la complejidad del mundo actual.

 

Libro - Agilidad Zen

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